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GENETIK VENEZUELA

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Luis Carlos “El delfín” niño rey de Francia:

Luis Carlos “El delfín” niño rey de Francia:

           Durante ocho décadas, la casta española de los Borbones poseía una extravagante reliquia: Un frasco que contenía el corazón momificado de un niño, que se decía pertenecía al rey de Francia, Luís Carlos, “El Delfín” (1793-1795), quien tras la ejecución de su padre durante la Revolución Francesa, los súbditos reconocieron como rey a la edad de 8 años… y según cuentan, murió en prisión al poco tiempo.

Después de que sus padres fueron decapitados en 1793, el heredero del trono de Francia, Luis Carlos (hijo de Luis XVI), fue encarcelado en la prisión parisina del Temple, donde murió de tuberculosis el 8 de junio de 1795. A partir de ese momento, la historia del fallecimiento del “niño rey” se convirtió en un mito. Finalmente la prueba de ADN esclareció uno de los enigmas más debatidos de Europa, desde que en 1815, ante la Corte de Francia, apareció un relojero prusiano que aseguraba ser “El Delfín”, príncipe heredero del trono de Luís XVI, quien narraba con efusividad su proeza para escapar de la prisión del Temple… Desde entonces, el debate por la identidad fue acompañada por demandas de los familiares del relojero y sus descendientes, que se decían los herederos legítimos de la monarquía francesa.

Un grupo de expertos de la Universidad de Louvain, liderado por el profesor de genética humana Jean-Jacques Cassiman, comparó el ADN de un tejido extraído del corazón del niño enterrado en la prisión de Temple con muestras del cabello de dos damas familiares del niño. La serie de ADN conocida como "mitocondrial", transmitida por la vía femenina, resultó ser exactamente la misma. El resultado fue a su vez confirmado por un equipo de científicos de la universidad alemana de Munster dirigido por el doctor Ernst Brinckman.

Todo esto significa que Pierre Benoit  (el relojero francés), no era más que un impostor. Pero hay que ser magnánimos con Benoit: él no fue el único en reivindicar un pasado monárquico. Cuarenta y tres pretendientes a la corona aparecieron en distintas partes del mundo sacando provecho del enigmático final del heredero de la corona.

 Un cirujano monarquista, Philippe-Jean Pelletan, encargado de realizar la autopsia, extrajo el corazón del niño y se encargó de preservarlo en alcohol. Pero la reliquia pasó por un gran número de manos. Primero por las de un estudiante de Pelletan que lo hurtó para devolverlo, en su lecho de muerte, a su viuda, quien, en 1828, la entregó al arzobispo de París, monseñor Hyacinthe Louis de Quélen.

En 1831, ladrones robaron el cofre donde el arzobispo tenía la reliquia y arrojaron el corazón en un basural. Un hijo del cirujano, el doctor Philippe-Gabriel Pelletan, logró encontrarlo y, tras momificarlo y registrar su procedencia con un notario, lo entregó al conde de Chambord, jefe de la Casa de los Borbones.

En 1895, el corazón fue trasladado a una iglesia, en Venecia. Allí sobrevivió dos guerras mundiales para terminar siendo enterrado en 1975 -y con debida pompa fúnebre- en una esfera de cristal en la cripta real de la basílica de Saint Denis, donde los monarcas franceses han tenido su sepultura desde el siglo VII.

Pero esa ceremonia hizo poco por callar a quienes aseguraban que el "delfín" había escapado de Temple. Para ello señalaban "incongruencias" tanto en la autopsia de Pelletan como en dos estudios realizados a huesos exhumados en 1846 y 1894 de la fosa común donde los prisioneros de Temple eran enterrados.

De acuerdo con éstos, el cadáver del supuesto "delfín" tenía una estatura de 1,47 metro, algo que contrasta con los registros realizados al pequeño en vida y que le daban no más de 1,20 metro de altura.

A esto se sumaban las declaraciones de su hermana, la duquesa de Angoulême, quien nunca aceptó la muerte del niño, probablemente alentada por relatos de monarquistas que daban detalles de su fuga. "El problema es que todo el mundo prefería creer en un "final feliz" _señaló ayer el historiador Philippe Delorme, propulsor de los estudios científicos_. Muchos se concentraron también en los huesos, cuyo origen nadie sabe explicar muy bien. Pero ahora no caben dudas: estamos frente al corazón de Luis XVII.

"Este es un gran día para un historiador _subrayó_. Es muy emocionante poner fin a uno de los mayores enigmas de la historia francesa y uno que ha dado origen a más de 800 libros."

A pesar de los vaivenes sufridos, el profesor Cassiman aseguró ayer que el corazón está "extraordinariamente bien conservado" y que "podían verse todas las arterias y compartimientos vasculares".

Sorpresa

El primer sorprendido con el hallazgo fue el actual heredero de la corona francesa, Henri d´Orléans, conde de París, quien había considerado los exámenes "una pérdida de tiempo".

El descendiente de Luis XVIII (hermano del guillotinado Luis XVI que asumió el trono tras la caída de Napoleón) se había opuesto a los análisis, enfrentándose así con el príncipe Charles Emmanuel de Bourbon de Parme, quien presidió, en diciembre último, la ceremonia en la que el corazón fue removido de la basílica de Saint Denis para ser transportado en una carroza negra hasta una clínica parisiense donde se extrajo el ADN.

Irónicamente, la confirmación del triste final de Luis XVII reafirma ahora definitivamente la ilustre herencia del conde de París.

Pablo Garavito Cubillos (1er caso donde se utiliza la prueba de ADN en Colombia):

Pablo Garavito Cubillos (1er caso donde se utiliza la prueba de ADN en Colombia):

                En 25 de enero de 1957, nació en la población quindiana de Génova (Colombia). Hijo de Manuel Antonio y Rosa Delia. El mayor de siete hermanos; cuatro hombres y tres mujeres. Estudió hasta quinto de primaria en el Instituto Agrícola en el corregimiento de Ceilán, cerca a Tuluá (Valle). Un asesino en serie, pedófilo y pederasta que junto a Pedro Alonso López se apunta a ser uno de los asesinos en serie más prolíficos de Colombia y del mundo. Durante su infancia vivió la falta de afecto y el maltrato físico por parte de su padre.

                Garavito relató en su interrogatorio que desde muy pequeño le pegaban y nadie lo quería, además su padre lo maltrataba frecuentemente y no le permitía tener novia.  Narró crudamente la manera en que fue violado varias veces por dos hombres diferentes cuando aún era menor de edad. Ellos vivían en la misma población. A los 16 años, después de un fuerte altercado con su padre, sale de su casa. Se dirige hacia Armenia y Pereira.

                En 1978, a sus 21 años, tiene señales de alcoholismo y va a parar a una institución sin ánimo de lucro, especializada en este tipo de problemas. Luego acude al Instituto de Seguro Social y obtiene tratamiento sicológico durante cinco años en una clínica en Manizales. Quería suicidarse, presentaba signos altos de depresión. Aparentemente, tras superar sus problemas, decide dedicarse a las ventas callejeras por todo el país.  Con documentos falsos, acude a instituciones religiosas para buscar alguna colaboración. Se presentaba como un servidor de fundaciones al servicio de los ancianos y de la educación infantil. De esta manera, logró llegar hasta algunos colegios.

                Ya en los escritorios de la Fiscalía empezaban a reposar denuncias por desapariciones de menores en distintas regiones del país. Sus recorridos comienzan por el Valle del Cauca. Llegaba a los pueblos, municipios y ciudades, siempre por tierra y utilizando apariencias distintas. Se disfrazaba de monje, mendigo y discapacitado, o aparecía como un normal vendedor de imágenes del Papa, del Divino Niño y de la Virgen del Carmen.    

                Garavito, a comienzos de 1998, meses antes de su captura, había sido visto en Soacha y en el barrio 20 de Julio, en Bogotá; cojeaba, usaba muletas y pedía limosna. También vendía imágenes religiosas. En Soacha fue reconocido por sus escándalos públicos en estado de embriaguez. Era altamente agresivo. No tiene hijos. Vivió con dos mujeres, mayores que él, en Pereira. Ellas tenían hijos de otras relaciones. Contaron que, a pesar de ser compañeros, jamás tuvieron relaciones íntimas con Garavito y que él era muy ’cariñoso y especial’ con sus hijos. De su familia poco se sabe.

                Unidades del CTI capturaron a Garavito en Villavicencio. La Fiscalía le inició la investigación por el crimen de un menor en Tunja (Boyacá) y lo llamó a juicio. Sin embargo, Garavito -hoy tras las rejas en Villavicencio- confesó al fiscal y al psicólogo su huella en la cadena de muertes de por lo menos 140 menores. Ahora, lo único que pide, mientras espera su condena, es que sea perdonado. "Sí, yo los maté, pero pido perdón".

                Las víctimas de Garavito eran niños entre los 6 y los 16 años, de bajo estrato económico. Los abordaba en los parques infantiles, canchas deportivas, terminales de buses, plazas de mercado y barrios suburbiales. Según lo establecido generalmente les ofrecía dinero y los invitaba a caminar hasta cuando los menores se cansaban y eran atacados en sitios despoblados. De acuerdo con la investigación, en esos lugares los cuerpos sin vida de los menores fueron encontrados degollados, mutilados y con señales de haber sido amarrados, también se encontraban con señales de acceso carnal violento y tortura; con cuchilladas en el corazón, en las nalgas, con los miembros genitales mutilados y colocados en la boca o incluso decapitados. En la residencia de una amiga suya en Pereira, se encontraron objetos similares a los hallados en los sitios de los crímenes y publicaciones periodísticas en las cuales se reseñaba el estado de las investigaciones por desapariciones y homicidios de niños en el país.[1]

Pruebas en su contra:

                Las víctimas eran amarradas. Las fibras de los lasos fueron comparadas, eran iguales. Coincidieron con una soga encontrada en la casa de Garavito.

                -Restos de cabello encontrados en el lugar de los crímenes, distintos de la víctima, fueron cotejados a través de estudios de ADN con los del sindicado. Eran de él.

                -Cerca de los cuerpos sin vida de los menores quedaban restos de botellas de licor y cigarrillo. Siempre fueron de la misma marca. Era la bebida predilecta de Garavito, quien, se comprobó, se embriagaba antes de asesinar. 

                -Testimonios, fotocopias de pasajes de bus de distintas empresas y hacia distintos destinos, libros de registro de hoteles, copias de recibos de llamadas telefónicas y copias de telegramas demostraban que Garavito estuvo en el lugar donde ocurrieron los crímenes.

                -Junto a un cadáver aparecieron unas gafas de adulto. Se comprobó que eran las utilizadas por Garavito.

                -Una de las víctimas apareció incinerada. Garavito se quemó su cuerpo, luego de quedar borracho y dejar caer su cigarrillo en el pasto.

                -Durante los allanamientos, el CTI encontró los cuchillos con que posiblemente fueron atacadas las víctimas.

                -Fueron varios los testigos que lo identificaron. [2]

                Todos sus crímenes suman más de 1000 años de cárcel, pero la pena máxima en Colombia es de 40 años,  por colaborar en la recuperación de los cuerpos y por buena conducta le disminuirían la condena a 12-16 años.